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La digitalización empresarial como motor sostenible.

Las empresas deben adaptarse constantemente a las tendencias y el entorno, reconociendo la necesidad de ajustes periódicos más allá de las modas.

Tradicionalmente las organizaciones y sus modelos de negocio, se centraban en temas de operación, productividad y cobertura de mercado, sin embargo, en los últimos años se han tenido que adaptar a la era digital con el fin de generar un valor, a la vez que dejan su sello para perdurar en la historia.


La adaptación continua a tendencias y entornos es esencial para las empresas, destacando la importancia de ajustes regulares más allá de las modas momentáneas. La tecnología amplía las oportunidades de valor sostenible en los negocios. Algunos de los ejemplos puede ser la implementación de blockchain el cual no solo facilita una logística más eficiente y sostenible, reduciendo el impacto ambiental; sino que también contribuye socialmente al permitir una trazabilidad que posibilita compartir beneficios en diversas etapas del proceso con los actores involucrados.

Por otro lado, la analítica de datos y la inteligencia artificial desempeñan un papel fundamental al fomentar un conocimiento más profundo del mercado, facilitando el uso eficiente de recursos tanto a nivel corporativo como en la formulación de políticas públicas. Asimismo, el Internet de las cosas desempeña un papel crucial al optimizar los procesos productivos, logrando una mayor eficiencia con un menor impacto ambiental, al mismo tiempo que proporciona una comprensión más completa del entorno y su evolución.


La conciencia de nuestro impacto como individuos y como entidades corporativas se vuelve esencial. La toma de decisiones informada, sostenible y ética adquiere una importancia destacada en un mundo interconectado donde las acciones individuales pueden tener repercusiones a nivel global.

En resumen, nuestra existencia en un entorno de rápida evolución nos exige no solo absorber las oportunidades emergentes, sino también reflexionar sobre nuestro papel en este tejido en constante cambio, reconociendo la responsabilidad que conlleva para nosotros, nuestras organizaciones y la sociedad en su conjunto.

Fuente: El Economista.



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