La tendencia hacia un mayor compromiso social del sector privado es innegable. Cada vez más empresas reconocen su papel fundamental en la resolución de problemas antes considerados exclusivamente de responsabilidad gubernamental. Sin la participación de todos los sectores -público, privado y social- resulta imposible abordar efectivamente temas como la pobreza, las desigualdades o la crisis climática.
Es por ello que iniciativas como el Pacto Mundial de la ONU y llamados como el Nuevo Manifiesto de Davos instan a las empresas a asumir un papel más relevante en el avance de comunidades y países. En este contexto, la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) y la Innovación Social Corporativa adquieren una importancia creciente.
La Innovación Social Corporativa engloba acciones proactivas que las empresas realizan dentro de su cadena de valor para promover el bienestar y desarrollo a largo plazo de las comunidades en las que operan. Más allá de simples iniciativas de impacto social y ambiental, la Innovación Social desafía a las empresas a integrar a grupos y comunidades desfavorecidas en su operación misma, generando oportunidades y valor compartido.
La clave radica en ampliar el propósito de la iniciativa privada, reconociendo su poder como generadora de crecimiento y valor para todas las partes interesadas (stakeholders). Esto se respalda cada vez más por la conciencia creciente sobre factores ambientales, sociales y políticos en el retorno de inversiones de una compañía.
Es fundamental que tanto grandes organizaciones como pequeñas y medianas empresas (PyMEs) abracen este nuevo paradigma de Innovación Social Corporativa. Aunque las PyMEs pueden carecer de recursos adicionales para apoyar causas, pueden comprometerse con un actuar ético y responsable, integrando de manera consciente a quienes más lo necesitan en sus operaciones.
Fuente: FORBES México